Guerra de corrientes Edison/Tesla. ¿Una historia distinta?

June 19, 2023
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Guerra de corrientes Edison/Tesla. ¿Una historia distinta?
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Tiempo de lectura: 6 min

999 maneras es un nuevo podcast de Smartbrand con el que visitaremos momentos que definieron futuro, los lugares donde se construyeron las certezas de hoy. 

Porque lo que hoy consideramos como un estándar o la única forma posible de entender y abordar una realidad, no siempre fue así. Hubo un momento anterior a la definición de cualquier estándar en el que se enfrentaron varias alternativas, en el que todo podía pasar y todo estaba por decidir.

Sirva este primer episodio como tributo a Edison por habernos inspirado en una frase suya para darle nombre al podcast. 

Lo que vino a decir Edison es que al haber tardado 1.000 intentos en conseguir una versión estable y comercializable de una bombilla incandescente, había aprendido 999 maneras de cómo no hacerlo.

Y aunque seguramente sea apócrifa, la frase nos sirve para poner el foco en todos esos caminos que no se tomaron, en las alternativas que se manejaron y que pudieron habernos llevado a un presente diferente.

Porque avanzamos añadiendo nuevas piezas en inercias tecnológicas que son muy difíciles de parar. Pero siempre hay un origen en el que todo se puso en marcha. Y ahí es donde queremos viajar.

¡Comenzamos!

Transcripción del episodio

Edison vs Tesla: La guerra de las corrientes

Momento 1: Edison contra Tesla. Viajamos a la guerra de las corrientes

Este podcast se llama 999 maneras en homenaje a una frase, probablemente apócrifa, del señor Thomas Alva Edison. Así que tiene todo el sentido empezarlo con él.

Lo que vino a decir Edison es que al haber tardado 1.000 intentos en conseguir una versión estable y comercializable de una bombilla incandescente, había aprendido 999 maneras de cómo no hacerlo. Suponemos que se le olvidó contar en todos esos intentos los de otros inventores de su época que se le adelantaron, pero que no consiguieron dar a tiempo con la tecla que sí tocó Edison: hacer rentable aquello que tenían entre manos.

Y es que Edison fue ambición sin límites, hijo de una época en la que los avances técnicos deslumbraban, desde unos todavía jóvenes Estados Unidos de América a toda una nueva generación que veía por primera vez difuminada la línea entre sus sueños, su imaginación y la realidad.  

La guerra a la naturaleza y sus ritmos implacables, que se había empezado a desarrollar a tumba abierta desde la invención de la máquina de vapor, se veía cerca de su final por victoria aplastante de la humanidad. Someter a la naturaleza era mucho más que definir en un lienzo en blanco un mundo nuevo; representaba enterrar lo que habíamos sido, toda nuestra herencia cultural, social y mitológica. Era matar a los dioses antiguos que nos habían sometido y sustituirlos por nuevos altares: la ciencia, la tecnología y el progreso. El ser humano sería libre por fin, para escoger su camino a la felicidad.

En ese contexto, era cuestión de tiempo que llegara el momento de librar la batalla para someter a la diosa griega de la noche. Nyx, misteriosa y poderosa como pocos, era madre de dos gemelos, Hipno y Támato, el sueño y la muerte no violenta.Cada noche, cuando su madre visitaba a los humanos, los hermanos decidían qué hacer con cada uno de nosotros, si llevarnos de viaje en sueños o para siempre. Por ello no es de extrañar que durante miles de años fueran tan temidos, ni que en ellos albergásemos buena parte de nuestros terrores.

Hasta que la electricidad, palabra mágica de finales del XIX, nos elevó para librar esta última batalla. Contra Nyx y contra sus hijos, o al menos uno de ellos.

Porque Edison despreciaba tanto a Hipno que consideraba que el sueño era un atraso del que podríamos librarnos gracias a la electricidad, y de Támato seguramente estaba en huida constante, sin parar de trabajar, con la esperanza de encontrar la manera de que se olvidara de él.

Con esas sesiones de trabajo metódicas y maratonianas conectan las 999 maneras, bien cerradas en sí mismas para transmitir la idea de un emprendedor en busca de su propio destino. Que gran parte de lo que consiguió fuera gracias a la apropiación e inspiración de terceros no debe empañar esa imagen. Si querías podías, y si otros se durmieron no fue culpa de Edison, así que mejor obviarlo para que no estropee una bonita historia.

De hecho, uno de esos terceros en discordia, Nikola Tesla, ha recobrado fama y renombre en los últimos años. De él, al contrario que Edison, podríamos decir que no fue hijo de su tiempo, y por tanto su tiempo acabó siendo cruel con él.

Pronto pudo Tesla comprobar cómo se las gastaba Edison cuando empezó a trabajar para el ya afamado inventor. Sirva como apunte de lo que diferenciaba a ambos personajes la mención que hizo Tesla sobre Edison en el NYT tras su muerte en 1931:

"Si Edison tuviera que encontrar una aguja en un pajar, no se detendría a razonar dónde es más probable que esté, sino que procedería de inmediato, con la diligencia febril de una abeja, a examinar paja tras paja hasta encontrar el objeto de su búsqueda... Fui casi un triste testigo de tales hechos, sabiendo que un poco de teoría y cálculo le habrían ahorrado el noventa por ciento de su trabajo."

El caso es que se cuenta que Edison le prometió a Tesla una gran suma de dinero si conseguía optimizar varios de sus instrumentos, piezas necesarias para poder extender sus instalaciones de generación y transmisión de electricidad. Porque de poco servía una bombilla de uso doméstico si no podían hace llegar corriente eléctrica a las casas de forma segura, rentable y escalable.

Así que Tesla desapareció durante meses para conseguir lo que su jefe le había pedido, y cuando volvió con su triunfo bajo el brazo Edison le hizo entender lo que significaba el progreso: Lo del dinero había sido una broma; el problema había sido de Tesla por no ser capaz de entender el sentido del humor estadounidense. Pero como era buena persona le ofreció un aumento, que Tesla indignado rechazó abandonando la empresa de Edison. Lo que Edison no sabía es que pronto volverían a enfrentarse en lo que pasó a llamarse la guerra de las corrientes.

Edison vislumbró el gran negocio que podía suponer para él la creación de un sistema para llevar la iluminación eléctrica directamente al negocio o al hogar de un cliente, donde brillarían sus nuevas lámparas incandescentes.



Para ello fundó su empresa, la Edison Illuminating Company, en Nueva York, que empezó a suministrar una corriente continua de 110 voltios.
Pronto su comercialización se extendió por las principales ciudades del país, convirtiéndose en el estándar de Edison, pues eran él y sus patentes quienes controlaban todo el sistema.

Pero había un inconveniente: la corriente circulaba a 110 voltios desde la generación hasta su destino final, lo que le daba un alcance de transmisión relativamente corto: para mantener el tamaño de los caros conductores de cobre procedentes de las plantas generadoras, estas tenían que estar ubicadas en el medio de los centros de población, y solo podían abastecer a los clientes a menos de 1,6 km de la planta.

En esas apareció en escena George Westinghouse, quien tras conocer los avances en Europa relacionados con la corriente alterna y las investigaciones y patentes de Tesla al respecto, fundó una compañía para competir con Edison.

Entendió que la combinación de CA con transformadores significaba que se podía lograr una mayor economía de escala con grandes plantas de energía centralizadas que transmitían la corriente de alto voltaje a distancias muy largas para ser utilizada a través de un transformador reductor en el otro extremo. Además, el sistema de Edison de plantas de CC centralizadas con su corto alcance de transmisión, dejaba a muchos clientes no abastecidos de electricidad entre estas centrales, que Westinghouse podría suministrar fácilmente con energía de CA.

Y la guerra se desató. Una guerra por moldear el futuro, por marcar el ritmo del progreso. Una guerra como todas; por dinero.

Edison, al ver que no podía competir en costes y que empezaba a perder contratos, centró su batalla y su propaganda en la seguridad. La CA era peligrosa para las personas por su alto voltaje, y no había derecho que empresarios codiciosos (él no lo era, obviamente) expusieran a semejante riesgo a los ciudadanos por querer ganar más dinero.

La pega es que Tesla no encajaba en ese relato, ya que hablaba de ciencia, no de dinero. Y eso, que desquiciaba a Edison, debilitaba al propio Tesla. Por ello tras fracasar con su propia compañía, se alineó con Westinghouse para juntos poder demostrar al mundo que sus sistemas de transmisión permitían salvar grandes distancias a mucho menor coste.

En su ataque Edison, junto con un afamado ingeniero de la época en Nueva York llamado Harold Brown, lo intentó todo:

  • Aprovecharon el altavoz de la prensa para asustar a todo el mundo, atribuyendo diferentes muertes accidentales a los males de la CA.
  • Intentaron, y casi consiguieron influir en la legislación en curso para limitar el voltaje de la CA y hacer así que perdiera toda su ventaja competitiva.
  • Mataron perros callejeros en exhibiciones públicas utilizando CA.
  • Y consiguieron que un invento reciente, la silla eléctrica, fuera alimentada por la CA de Westinghouse. La campaña de relaciones públicas definitiva acababa de ser inventada.

Pese a todo, Edison no pudo ir contra la lógica del dinero y la economía de escala, que era algo que por otro lado él siempre había defendido.

La Exposición Universal de Chicago de 1893, cuyo contrato de iluminación ganaron Westinghouse y Tesla, sirvió no solo para maravillar al mundo, sino para definir lo que acabaría siendo el estándar que hoy en día conocemos.

Y como el progreso no espera a nadie, no tardaron nuestros dos protagonistas en ser dejados de lado. Edison perdió el control de su empresa, que abrazó la CA ya convertida en General Electric tras diferentes fusiones. Abandonó el sector y se dedicó a un nuevo proyecto de refinado de hierro.

Tesla por su parte, acabó vendiendo sus patentes a Westinghouse y pudo por fin ser independiente económicamente para fundar su laboratorio y dar rienda suelta a su genio.

¿Podrían haber desembocado aquellos acontecimientos en un resultado diferente?
Se antoja complicado pensarlo, al menos bajo una lógica capitalista. Y teniendo en cuenta que ya entonces era la única que contaba, diría que tenemos la respuesta.

Ha sido un placer tenerte al otro lado.
Nos vemos pronto en un nuevo episodio de 999 maneras.

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